INTRAEMPRENDIMIENTO: un modelo Darwinista del siglo XXI

Un intraemprendedor es, básicamente, un emprendedor que trabaja para desarrollar proyectos específicos para una empresa. Son personas que, estando empleadas de un modo u otro por una empresa, se comportan como lo hacen los emprendedores que están fuera del circuito de las grandes compañías. Para que estos potenciales intraemprendedores abandonen el camino marcado por el ‘core’ de negocio de quien les paga y dejen salir al empleado o empleada proactivo que llevan dentro es necesario, no solo que tengan la actitud y la aptitud para ello, sino que cuenten con un entorno que favorezca ese desarrollo.

Desde hace años, referentes empresariales del mundo no solo permiten, sino que fomentan que sus profesionales destinen parte de su jornada laboral a poner en pie sus propios proyectos,abriendo así una vía para la creatividad y poniendo además los cimientos de una mayor motivación y compromiso del equipo humano.

Es gracias a «side projects» de grandes empresas como Google, 3M, Sony o Gore-Tex que hoy existen productos y servicios -muy exitosos, dicho sea de paso- que utilizamos en nuestro día a día como Gmail, Post-its, PlayStation o Elixir (las mejores cuerdas para guitarras acústicas del mundo).

Estas grandes empresas, por una parte,  han asumido que su «estructura básica» está obligada a operar de manera productiva y generar beneficios para sus accionistas, lo cual limita la capacidad de arriesgarse en proyectos de innovación y, por otra, que su capital humano es mucho más creativo en un ambiente con menos restricciones y burocracia. Así pues, proveen a sus intraemprendedores con los medios que necesitan para «inventar cosas» y experimentar en sus áreas de interés (que no siempre están 100% alineadas con la actividad de la empresa), de hecho, Sony estuvo a punto de despedir a Ken Kutaragui cuando descubrió que trabajaba en una consola de videojuegos.

La creatividad y, en consecuencia, la innovación requieren de fuentes de inspiración. Así que tiene muchísima lógica dejar que personas con inquietudes, se asomen a las ventanas de sus despachos a «curiosear» qué sucede fuera de la organización y se interesen por nuevas tecnologías o usos alternativos de las mismas, mejores prácticas de otras empresas, tendencias emergentes, nuevos mercados, etc.

En 1859 Charles Darwin publicaba El origen de las especies y lanzaba al mundo la premisa de que hay que evolucionar para mantenerse con vida. En su caso se refería especies animales y vegetales y cómo las que se adaptaban mejor a los cambios del entorno sobrevivían en el tiempo. Hoy, 156 años después, es perfectamente aplicable al entorno empresarial. Vivimos en un mundo que cambia a un ritmo vertiginoso y la única manera de prosperar en él es evolucionar a su mismo ritmo. En este sentido, empoderar a los intraemprendedores para que le sumen al core business de sus organizaciones nuevos procesos, productos y servicios promete ser una receta de éxito para quienes se atrevan a imaginarse el futuro.

Fdo. Carlos Cendra (@CarlosCendra)

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